Extremadura esconde tesoros naturales únicos, pero pocos tan emocionantes como la posibilidad de observar al majestuoso lince ibérico en su hábitat natural. Marion Hoogwegt, holandesa con más de 30 años de experiencia profesional en España, es periodista de viajes, escritora y promotora de destinos sostenibles en nuestro país a través del proyecto MaXperience Spain. Tuvimos el placer de recibirla, mostrarle parte de nuestro trabajo y compartir con ella momentos muy especiales.
Marion nos ofrece su relato sobre un día de safari con LynXperience, que publica junto a otros 36 destinos de toda España en el libro 37 Experiencias por una España responsable. Un recorrido por distintos proyectos sostenibles que seguro inspirarán a muchos viajeros.
Junto al equipo de LynXperience, esta apasionada narradora exploró paisajes remotos de Extremadura y también tuvo algún encuentro con el felino más emblemático de la Península Ibérica.
A continuación, el relato completo de Marion, quien te transportará al corazón de un safari en Extremadura, donde cada momento cuenta.
“De safari con linces en Badajoz”, por Marion Hoogwegt
El lince ibérico, hasta hace poco el felino más amenazado del mundo, ya no está en la lista de especies en peligro de extinción de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Esta es la noticia que aparece en el periódico justo en la semana en la que voy a Badajoz a visitar a dos personas que saben todo sobre el lince. Aparco mi autocaravana en la finca de Samuel y Esperanza después de aceptar su invitación. Me van a contar sobre el lince porque llevan años observándolos, trabajando con ellos y desde hace poco ofrecen safaris exclusivos para avistarlos. Hablamos del Lynx pardinus, conocido como lince ibérico por su única presencia en la Península Ibérica.
Este felino es muy parecido al lince europeo. Sin embargo, el lince ibérico tiene del estatus de especie amenazada. Aunque justo ahora la UICN ha rebajado su estatus de conservación a la categoría de Vulnerable debido a la mejora de sus poblaciones durante las últimas décadas, la normativa española y europea mantiene su categoría de amenaza como “en peligro de extinción”. Esto es lo que me comenta Samuel mientras nos sentamos a la luz de las velas en la terraza de la casa, a pocos kilómetros del pueblo, durante la templada noche de verano. Se oyen cigarras, el ulular de los búhos y el ocasional sonido de otra ave nocturna que no consigo identificar. Samuel trabaja con la Fundación CBD-Habitat desde hace más de 20 años. Se trata de una gran organización que se ocupa de la protección y conservación de especies amenazadas y sus hábitats en todo el mundo. En el caso de Samuel, lleva años trabajando en el seguimiento y reintroducción del lince ibérico en diversas zonas. Su trabajo es su pasión, completada con la fotografía y el amor por África. Esperanza es Agente Forestal y también es una apasionada de la biodiversidad, los paisajes y la protección del entorno desde hace años. Ambos tienen un profundo interés por la naturaleza y desde muy jóvenes se les podía encontrar en los bosques identificando aves y mamíferos. Una vida estrechamente ligada a la naturaleza y más facetas que unen a Samuel y Esperanza.
Recientemente, han iniciado rutas para observar de forma responsable linces y otros animales en su hábitat natural. “En los últimos años ha aumentado el número de linces de 94 a 2021. Imagínate, en el año 2002, la población de linces de la Península Ibérica se había reducido a menos de 100 ejemplares. Sin duda, estaban en peligro de extinción. La gran noticia es que los años de trabajo por fin empiezan a dar sus frutos”, dice Samuel. “Que ahora vuelvan a ser tantos es un ejemplo maravilloso de éxito en la conservación de la especie. Aun así, es importante permanecer alerta”. A pesar de que la situación del lince Ibérico ya no es crítica, sigue considerándose oficialmente una especie en peligro.
En busca del segundo felino más amenazado del mundo
La mañana aún está oscura cuando a las 5:30 subimos al 4×4. En cuanto nos ponemos en marcha, un rayo de luz naranja aparece en el horizonte y se extiende lentamente. Hoy hacemos que yo soy una cliente haciendo la ruta. Dejo que Samuel me informe mientras hago fotos desde la ventanilla abierta de las tonalidades siempre cambiantes de la luz emergente. “Me siento muy aliviado de que las poblaciones de lince ibérico se hayan recuperado de forma tan espectacular”, dice Samuel con entusiasmo. Actualmente hay cuatro especies de lince, de las cuales el ibérico es el más amenazado. “Si el lince ibérico se extinguiera, sería una noticia terrible. No sólo por los felinos, sino también por todos los esfuerzos para proteger la especie”. En cuanto abandonamos la carretera principal, el paisaje cambia y aparecen pequeños animales de inmediato. Decenas de conejos pasan disparados por delante del coche. “La dieta del lince ibérico consiste en alrededor de un 90% de conejo. Sin embargo, las poblaciones del conejo han disminuido drásticamente, en parte debido a la mixomatosis, la enfermedad hemorrágico vírica (EHV) y a los cambios de uso del territorio en algunas zonas.
El éxito de las actuales políticas de conservación ha alejado al lince ibérico del peligro de extinción. Sin embargo; la amenaza no ha desaparecido del todo. En las últimas décadas, la especie ha sufrido la disminución de las poblaciones de conejo, el deterioro y fragmentación de su hábitat (el monte mediterráneo), el aumento de los atropellos, el furtivismo y las técnicas ilegales de caza (disparos, veneno, lazos o cepos entre otras) o las enfermedades que aprovecharon su escasa variabilidad genética.
Mientras tanto, el sol ha aparecido en el cielo y nos adentramos en un terreno accidentado y virgen donde el 4×4 pasa por grandes baches. Los conejos y perdices aparecen por todas partes y observan curiosos como tomamos posesión de su territorio. “Aparte de la cantidad de comida disponible, el lince tiene otra gran amenaza: el tráfico. No te puedes imaginar cuántos linces mueren atropellados en las carreteras”, explica Samuel.
Otro mundo a la vuelta de la esquina
En lo alto de una colina, bajamos del coche y Samuel me pide que me meta bien los calcetines en las perneras de los pantalones; en esta época del año las garrapatas están activas en la espesura. Armados con telescopio y prismáticos, ponemos en marcha. ¿Se cumplirán mis expectativas? En silencio, seguimos hasta otro mirador natural, por senderos en los que Samuel ya conoce su camino con ojos cerrados, pasando junto a los animales salvajes de mirada inquisitiva. Comprendo que ver a un mamífero tan tímido y raro como el lince ibérico depende en gran medida de la suerte, pero con una combinación de paciencia, tiempo y mi experto guía, que conoce por experiencia el comportamiento de los animales y sus lugares favoritos, las posibilidades de éxito aumentarán considerablemente. Samuel coloca el telescopio y me señala un lago que ha aparecido debajo de nosotros. Una tenue bruma matinal se cierne sobre él. Una garza imperial permanece inmóvil en la orilla. Le hago un gesto con la cabeza, pero no me responde nada, completamente introspectivo y con la mirada rígida en el agua oscura. Un poco más allá, veo dos garcetas y algunas cigüeñuelas. Las urracas sí nos saludan. Y eso resulta crucial, comprendo cuando Samuel levanta la mano para indicarme que me calle. “Las urracas delatan la presencia del lince”, susurra Samuel en voz muy baja mientras se hace cargo del telescopio. Al poco rato, Samuel vuelve a levantar la mano y me hace señas para que mire por el objetivo.
Tardo un rato. Pero entonces lo veo. Emito un sonido de felicidad, una especie de aaahhh, muy suave y feliz. Es suficiente para indicar lo que siento y Samuel asiente satisfecho. ¡Qué guapo es! Con sus orejas llamativamente grandes, con pelos negros erizados en las puntas. También tiene los característicos pelos en la barbilla, que le hacen mimetizarse con el entorno. Esta característica es muy útil cuando caza. De hecho, el lince es un cazador extremadamente astuto. Lo observo sentado en una roca durante un rato. Luego se estira y, en medio del alboroto matutino, se acerca lentamente a la orilla para beber. Contengo la respiración. ¡Es tan hermoso! Cuando ha saciado su sed, camina por la orilla y lo pierdo de vista mientras se dirige a la base de la montaña, donde nos encontramos. Cambiamos de posición unos metros para tener mejor vista en dirección a donde vimos al lince. Y sí, allí está. Arrogante como un gato. Unos metros más allá, se planta en un arbusto y empieza a lavarse despreocupadamente. Estamos en una posición ideal. Observando al lince. Me siento feliz y al mismo tiempo como si estuviera soñando. Estoy prácticamente cara a cara con un lince a una distancia suficiente para no molestarle. Mi corazón palpita rápido. Momentos después el gato grande desaparece entre los arbustos y lo perdemos de vista. Pacientemente seguimos esperando un rato, pero parece que el lince se ha refugiado del creciente calor. En el agua, unas espátulas se mueven inquietas de un lado a otro en busca de comida. Las ranas se han callado, el día ha comenzado. Al cabo de un rato, salimos de la ´pequeña África´ y regresamos al coche. Y de camino a casa, Samuel me señala águilas reales que han aparecido en el cielo. Lince y águila real, junto con oso, lobo y buitre, completan la lista de los Cinco Grandes que he visto durante todo este año.
El lince Ibérico es un animal muy territorial y solitario. Una vez que el macho ocupa un territorio, busca una hembra con la que aparearse. La hembra busca un árbol hueco o un refugio entre las rocas para parir y da a luz de una a cuatro crías al cabo de unos setenta días. Las mayores poblaciones de lince se encuentran en Doñana y Andújar en Andalucía, Ciudad Real y Montes de Toledo en Castilla la Mancha y en Badajoz en Extremadura.
Sorprendentemente receptivos
Tras una buena siesta y un refrescante baño en la piscina de la casa, a primera hora de la tarde salimos de nuevo. Esta vez también nos acompaña Esperanza, que ha traído una cesta de picnic. Nos dirigimos a una zona completamente distinta, donde de nuevo conejos y perdices con polluelos corretean y revolotean en todas direcciones. Atravesamos lechos de ríos con tortugas y nutrias donde pájaros despegan lánguidamente. Por el camino, hablamos de todo tipo de cosas y nos reímos mucho. Llegamos a lugares que no podía imaginar que existieran en España. Unas cuantas veces hacemos una pausa y Samuel escucha a ver si oyen urracas delatoras.
Justo cuando suponemos que no se puede tener toda la suerte del mundo en un día, Samuel se detiene bruscamente. En el sendero frente a nosotros, a unos 40 metros, hay un lince joven. No nos movemos. Aparentemente no causamos ninguna impresión porque el lince se da la vuelta con indiferencia y se pasea lentamente por el sendero. Luego se detiene un momento y mira hacia atrás. No hostil, sólo perturbado, como si pensara, oye qué haces aquí, por qué rompes mi paz. Entonces desaparece entre los altos hierbajos. Consciente de mi buena suerte, no puedo contener mi alegría. La foto que tomé rápidamente está borrosa, pero el recuerdo está grabado en mi retina. Entonces llega otro momento culminante de nuestra ruta: el picnic al atardecer. Samuel arranca el vehículo y avanza lentamente. La tarde empieza a caer. Justo cuando tenemos que doblar una curva, Samuel vuelve a pisar el freno y conduce un poco hacia atrás. Entonces lo veo. Un pequeño cachorro está sentado allí. Desprevenido, mira al gran todoterreno. Nunca había visto nada igual. Y yo tampoco. Una pequeña criatura del tamaño de un gato. Un momento después, él también desaparece entre los arbustos. Entusiasmados, empezamos a hablar entre nosotros. Samuel y Esperanza tambien están emocionados.
En una colina alta, sacamos la mesa de la pick-up del vehículo y Esperanza empieza a poner los embutidos ibéricos y los quesos. Mientras acompaño a Samuel bajando la colina, me enseña algunos excrementos de lince; todos con restos de pelo de conejo. Luego volvemos andando y escuchamos los sonidos que anuncian la llegada del atardecer. El cambio de luz es un espectáculo. Cambia de color y temperatura, de cálida y potente a cada vez más tenue hasta casi desaparecer. Una mezcla de matices. Hasta que desaparece. Los tres brindamos con una copa de vino en lo alto de la colina. Hoy he visto tres linces y he hecho nuevos amigos, que me han acompañado en el viaje hacia el lince ibérico. Ahora, por fin, he visto a los linces. Mi corazón está para siempre ligado a ellos, y reviviré el momento de ese primer encuentro muchas, muchas veces.
Marion Hoogwegt – MaXperience Spain
El lince ibérico: tesoro de Extremadura
Extremadura se ha consolidado como uno de los mejores territorios para albergar una población de lince ibérico, gracias a los esfuerzos de conservación de los últimos años. Con más de 254 ejemplares registrados en Extremadura en 2024, esta región ofrece un escenario ideal para aquellos que desean conocer al lince en su entorno natural.
Un ecosistema único
El monte mediterráneo, con su denso matorral, abundante población de conejos y diversidad de fauna y flora, es el hogar perfecto para el lince. Sin embargo, no solo es importante para este felino; también alberga otras especies como el águila imperial ibérica, el buitre negro, la cigüeña negra o una gran variedad de orquídeas.
¿Por qué elegir un safari guiado?
Cuando se trata de observar a una especie amenazada en lugares que no conocemos, no solo puede resultar difícil lograr avistamientos, sino que también, sin saberlo, se pueden crear perturbaciones o molestias a la fauna salvaje. La experiencia de un guía local experto en fauna proporciona avistamientos éticos y responsables, maximizando las posibilidades de éxito sin perturbar a las especies.
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